martes, 29 de julio de 2014

ESPACIOS PUBLICOS Y COMO HACEMOS QUE NUESTRAS CIUDADES RESPIREN




Muchos han sido los debates respecto a cómo entendemos los espacios públicos y cuál es el rol que cumplen actualmente en la construcción de las ciudades, mencionando en reiteradas ocasiones el carácter privado que van adquiriendo estos espacios. Algunos autores plantean que, es el espacio público el que puede organizar un territorio que sea capaz de soportar diversos usos y funciones y el que tiene más capacidad de crear lugares.

Sin embargo, cabe la duda respecto de las características y calidad de estos espacios no solo en su forma física, sino que también por su capacidad de crear ciudad y ciudadanía, lo que al parecer ha quedado en un segundo plano. Lamentablemente en nuestras ciudades la falta de planificación y el descontrol imperan y ante este escenario surgen diversas interrogantes en relación al carácter de lo público: ¿somos conscientes del impacto en la vida de los ciudadanos del buen uso o mal uso de los espacios públicos?, ¿Estamos en presencia de un incremento en la privatización del espacio público?, ¿Hemos perdido la capacidad de dotar a los espacios públicos de los elementos que garanticen una sana convivencia entre los ciudadanos?



En contraste a los significados de los espacios públicos modernos, caracterizados por ser lugares históricos que permiten generar dialogo e interacción entre los ciudadanos, nos encontramos con “espacios pseudo públicos” que son aquellos que buscan expandir las diferencias  entre los grupos sociales, es decir sus funciones y usos limitan la complejidad de estos espacios, convirtiéndolos en lugares pensados para ciertas clases sociales. Son espacios neutralizados con funciones naturalizadas que no invitan a generar contacto, espacios sin significados que se convierten en inquietantes, sin capacidad de recogimiento. Por lo tanto, se transforman en lugares abiertos pero controlados, que buscan un sentido comunitario pero con fuertes componentes comerciales. (para usarlos hay que pagar...)




Una iniciativa que demuestra la transformación de estos espacios seudo públicos es el caso de la construcción de High Line Park, línea férrea elevada, ubicada en New York que en el pasado permitía conectarse directamente a fábricas e industrias transportando materias primas y luego dado su desuso, se convierte en foco de interés para empresarios, los cuales buscan la demolición de este espacio. Sin embargo, a partir de la acción de los residentes del barrio cercano, se comienza a gestar un movimiento que busca la preservación y recuperación de la línea férrea. El resultado de este proceso radica en la construcción de un parque capaz de asumir diferentes funciones que reflejan la historia e identidad del barrio. La recuperación del espacio público en una ciudad no debe de ser sinónimo de poner rejas, horarios y tarifas para ingresar y usarlos. Todo lo contrario, el ganar la batalla a la obsolescencia urbana, debe premiar a los ciudadanos permitiendo hacer uso civilizado de las infraestructuras recuperadas y así revalorizar las zonas recuperadas. El emblemático parque de la Muralla en el centro de Lima es un ejemplo a lo que nos referimos, quien llega de otros distritos en carro, no tiene donde estacionar y si quiere ingresar con su vehículo, tiene que pagar, y si venimos a pie, pero no coincidimos con la hora en que se abre el parque para que se ingrese a sus instalaciones (entre ellas los restaurantes) entonces no podemos pasar.

Por otro lado es necesario que se tome en cuenta  que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que las ciudades tengan al menos 8m2 de área verde por habitante para ser saludables. El promedio de Lima, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), es de 2,9 m2 y sigue descendiendo. Esta situación ha colocado a nuestra capital, en comparación con 17 ciudades de América Latina, en un lugar muy bajo de desempeño ambiental, y frente a un gran desafío para alcanzar la meta de llegar a ser una urbe sustentable y emular a capitales vecinas como Bogotá, en Colombia, que tiene un promedio de 107 m2 de áreas verdes por habitante.

Uno de los grandes problemas en la gestión de áreas verdes en los espacios públicos en Lima es que cada distrito aplica sus iniciativas en el manejo y creación de estos espacios, según la visión e importancia que le otorgue cada administración edilicia. “Existen distritos con poca población que superan el promedio propuesto por la OMS, como San Isidro, San Borja o Miraflores, y otros distritos con muchos habitantes, como San Juan de Lurigancho, que no llegan ni al metro cuadrado de área verde. Esto evidencia desproporciones en el concepto de estos espacios que tiene cada municipio. Para algunos, puede ser una zona que le da mayor rentabilidad a la residencia; para otros, es un estorbo; y, para otros distritos, es un importante espacio urbano a conservar”. Estamos a puertas de elecciones municipales y es necesario que sopesemos, como sociedad civil, que  proponen los candidatos, y si tienen una política clara sobre qué hacer con los espacios públicos de la Ciudad de Lima.

Estos y otros temas serán desarrollados en el módulo de Planificación Urbana  que se dictara en el CURSO DE ESPECIALIZACION DEL AGENTE INMOBILIARIO, que la UCV y CAIRP, estarán dictando a partir del 11 de Agosto.


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